Siete Aguas, lo dice su nombre: fuentes por castigo

Al entrar a Siete Aguas, uno no puede evitar percibir un cierto aire de calma. Se respira tranquilidad, pero también ese clasicismo propio de lugares que tienen un pasado esplendoroso, lo que no imposibilita un presente que late con fuerza. Hace unas cuantas décadas, en el lugar que ahora ocupa el ayuntamiento, en este municipio había un balneario cuyas aguas eran curativas, lo que lo convirtió en un núcleo rural con alta demanda de ‘turismo sanitario’ cuando aún nadie había acuñado ese término.