Los monumentos más destacados son el Castillo de Millares, enclavado en las proximidades de la población, sobre un monte cuyas septentrionales se desploman sobre el Júcar, quedan algunos restos de un castillo, de los varios que jalonaban el recorrido fluvial y que protegían el paso del desfiladero del Júcar contra posibles invasiones. El Castillo de Cavas, del que también quedan ruinas cuya torre atalaya todavía se mantiene en pie, en un punto elevado que domina el Júcar aguas arriba del pueblo. Enclavado en un escarpe del Barranco de las Cañas, ribera izquierda del Júcar, existe un pequeño grupo de pinturas rupestres de estilo levantino. De una ocupación humana durante los primeros tiempos de la Edad de los Metales, o quizá algo antes, a fines del Neolítico, quedan restos en el importante yacimiento de la Cueva Donas, donde se encuentra igualmente testimonios de época ibérica.
San Blas ( 3 de febrero), San Juan (24 de junio ), Santísimo Cristo de la Salud (6 de agosto) Feria Bioaceite, Artesanía del esparto.
La exposición permanente de la Colección Museográfica José Martínez Royo es un espacio expositivo en el que el visitante puede realizar una aproximación a la paleontología y a la arqueología de Millares.
Estructurado en dos salas separadas, en la primera se introduce el Yacimiento de Icnitas del Tambuc en el contexto marino en el que se creó. Las vitrinas centrales nos muestran fósiles de distintas clases de erizos marinos, ostras, mejillones, caracoles y otros moluscos así como restos dentarios de tiburones y peces. Una segunda vitrina, hace un recorrido a lo largo de las eras geológicos de la Tierra mostrando restos fósiles de cada momento.
La sala dedicada a la arqueología se centra en el Arte Rupestre, tan rico en el pueblo, mostrando los principales artes: el Arte Levantino, el Arte Esquemático Antiguo y el Arte Esquemático todos ellos pertenecientes al Neolítico. Perteneciente a los últimos cazadores-recolectores de la zona, el museo exhibe en vitrina una plaqueta grabada del yacimiento de la Cueva de la Tosca.
..en remontant le Xucar, on trouve une petite Place asses fammeuse, nommée Millares – Juan Álvarez de Colmenar, 1707.
Cual nido de águilas de inaccesible risco en bello rincón, sobre el que hiedra trepadora marcase su mancha de humedad, de lozanía, de vida y de color, así vemos este pintoresco pueblecillo de la montaña valenciana”- Luís Báguena Corella, 1932.
A pesar del diminutivo con que se le nombra, el Castillet se alza altivo y omnipresente sobre la huerta de Millares. Desde una roca descarnada, la fortaleza atalaya los bancales de un tímido desarrollo agrícola hacia occidente y el río Júcar hacia oriente.
El Castillet conserva íntegro el recorrido de la muralla, pero el paso del tiempo ha dañado partes importantes del lienzo. El abandono y el derrumbe han sepultado bajo la tierra la zona de antemuralla o los restos de las estructuras internas como graneros o habitaciones que los trabajos arqueológicos van sacando a la luz. De las excavaciones se han recuperado piezas de cerámica de cocina que dibujan una imagen estable de la vida en el Castillet, un hábitat permanente para la guarnición que guardaba la plaza. Pero también se han recuperado restos de cerámica de mesa que fechan una ocupación entre finales del siglo XII y principios del XIII que coinciden con el último período de dominio islámico en el Sharq Al-Alandalús antes de la conquista cristiana de Jaime I.
Y es en este contexto de frontera en el que el Castillet viene a sumarse a la larga lista de castillos que jalonan el río Júcar en su tramo medio y que lo convierten en una de las zonas con mayor densidad de fortalezas islámicas del este peninsular. Millares es el mejor ejemplo de dicha densidad, pues concentra en poco más de 2 kilómetros 3 fortalezas islámicas: el Corraliquio l’Antón, el castillo integrado en el entramado urbano del pueblo y el Castillet que es sin duda el mejor conservado.
El Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica es Patrimonio Mundial de la UNESCO des de 1998. En la lista creada para su declaración, Millares aportaba 13 yacimientos constintuyendo junto a los pueblos del Macizo del Caroig una de las concentraciones más importantes, por número y calidad, de Arte Rupestre de la Península Ibérica.
En las proximidades de Millares, en la partida de las Ombrías se abre una pequeña cavidad que cobija los restos de la actividad humana de hace más de 6.000 años. El Abrigo de los Chorradores es un yacimiento de Arte Rupestre Levantino en el que, a pesar del paso tiempo y las inclemencias meteorológicas, se ha conservado una singular escena de recolección de miel en la que, a partir de una oquedad natural se una figura humana, cargada con un capazo o cesta, trepa por una cuerda rodeada de abejas que revolotean a su alrededor.
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Hace entre 6.000 y 7.000 años las primeras comunidades neolíticas que ocuparon el Macizo del Caroig i la Muela de Millares también dejaron su huella. Huella pintada en las paredes de los abrigos rocosos en donde plasmaron una cosmología formada por arqueros, mujeres y animales entrelazados en complejas escenas.
El Abric de Vicent, en el barranco del Tambuc, es un magnífico ejemplo de arte levantino en el que, a pesar del reducido número de figuras, compila las principales características de este arte. Por un lado, la viveza en la expresión de sus protagonistas presente en las dos escenas de caza. En una de ellas, un cazador solitario sigue el rastro de sangre dejado por la cabra herida, que moribunda ya, está a punto de desplomarse. En la otra, un grupo de arqueros rodean un ciervo apuntándole con sus arcos.
Por otro lado, uno de los rasgos más llamativos del arte rupestre levantino es el naturalismo de algunas de sus figuras que recogen hasta el último detalle y plasman con gran fidelidad las especies animales representadas. El gran ciervo de la derecha del panel conjuga el naturalismo propio del arte Levantino con la rareza técnica de estar ejecutado marcando simplemente el perfilado de la figura y las “línias de descarnado”, algo muy poco habitual en este horizonte gráfico.
El fácil acceso del yacimiento junto con la proximidad al yacimiento de Huellas de Dinosaurio del Tambuc, hacen del Abric de Vicent un abrigo de arte rupestre ideal para toda la familia y perfecto para iniciarse en la observación y conocimiento del legado gráfico más importante de la Prehistoria.
El Barranco del Nacimiento ha estado habitado desde la Prehistoria como así lo atestiguan los restos materiales de yacimientos de hábitat dispersos por todo el barranco. Sin embargo, uno de los testimonios más nítidos, más vividos y más hermosos de cuantos restos dejaron de el día a día estas comunidades es el Arte Rupestre.
En el Abrigo de los Chorradores encontramos una pequeña, pero muy interesante muestra de Arte Rupestre Levantino del Neolítico. Se trata de tres paneles en el que destaca una escena de recolección de miel representada en el extremo derecho del abrigo. Una figurita humana asciende, con un capazo en la cabeza, por una cuerda hasta una oquedad natural que en su día estuvo toda ella pintada con pigmento rojo y que representa el panal de miel. Hasta 8 abejas, desproporcionadamente grandes, pululan alrededor del panal y de la figura humana.
La acción del agua moldea el paisaje: erosiona laderas, abre cañones, disuelve la roca en las cuevas… pero algunas veces, crea hermosas estructuras de travertino decantando el carbonato de calcio que arrastra disuelto, sobre un lecho vegetal que endurecido por el tiempo pareciera una candela, una lámpara de antaño, del tiempo de los gigantes.
Esto es la Cueva de la Lámpara, una hermosa cavidad formada por miles de años en los que el agua corría libremente por aquí, cayendo en cascada, en un recorrido ligeramente diferente al que conocemos hoy. Su proximidad al Balsón hacen de la Cueva de la Lámpara un complemento perfecto para una refrescante excursión a los orígenes del barranco del Nacimiento