Comenzamos nuestra visita a Dos Aguas encaramados en el Pico del Ave, situado a 949 metros sobre el nivel del mar, para dejar claro que este municipio está íntimamente relacionado con el escarpado paisaje que lo rodea. Para llegar hasta la cima del Pico del Ave es necesaria una buena caminata, de cuatro kilómetros y 570 metros de desnivel. Una subida exigente en algunos tramos, no apta para senderistas que solo se manejan bien en pista forestal. Para hacer el recorrido completo de subida y bajada se necesita invertir cuatro horas. El premio, unas maravillosas vistas desde el punto más alto del término municipal de Dos Aguas.
Pero el entorno de esta localidad tiene mucho más que ofrecer. Destaca la existencia de dos cuevas: la cueva de la Cocina y la cueva de las Maravillas. La primera de ellas se encuentra en el margen derecho del barranco de Cinto Ventanas y es una cavidad donde han sido encontrados restos de la época prehistórica, en concreto del Mesolítico y del Neolítico. Se han encontrado pruebas de que fue habitada en el séptimo milenio adC, así como pinturas rupestres. La cueva de las Maravillas ofrece un recorrido entretenido, que no precisa de material de espeleología. Está en buen estado de conservación y se pueden contemplar interesantes estructuras de pirita y de roca caliza.
Si hemos visitado el punto más alto del término municipal, vamos ahora con el más elevado del casco urbano: el Castillo de Dos Aguas, también conocido como Torre Vilaragut, que tiene 17 metros de altura, un pequeño resto de muralla y una almena. Podemos intuir que estos restos corresponden a un castillo roquero de planta cuadrada, de aproximadamente 18 metros de ancho, con cuatro torres en las esquinas.
Cerca de la torre se encuentra la iglesia de Dos Aguas, que tiene su advocación a la Virgen del Rosario, cuyo altar y retablo barrocos son muy estimados en el municipio.
Saliendo del casco urbano por la calle Proyecto, justo al lado de la piscina y el polideportivo, comienza un sendero que nos llevará a un lugar muy atractivo, sobre todo en días posteriores a la lluvia. Se trata de la fuente Iniesta, un paraje que parece rendir homenaje al agua. El caño de la fuente puede arrojar un gran chorro, dependiendo de lo cargado que vaya el acuífero al que está conectada, lo que dota al lugar de una gran frescura. En su itinerario, el agua crea cascadas entre las rocas, invadiéndolo todo.
Y si de agua hablamos, no podemos pasar por alto los dos lavaderos públicos de que dispone esta localidad. Uno, reformado en 1965, que dejó de utilizarse con la llegada de los electrodomésticos, pero que aún se conserva en muy buen estado. Y otro, un poco más abajo, que es a donde iban a lavar las mujeres que tenían algún enfermo en casa para evitar infecciones.
No podemos acabar esta visita a Dos Aguas sin recomendar su gastronomía, entre cuyas numerosas recetas destacan el gazpacho de Dos Aguas, el arroz con hierbas y al horno, tortas de tajá y sardina, los rollos de San Juan y el turrón de almendra y cacahuete.