Cortes de Pallás es un lugar ubicado entre montañas, por lo tanto lo que más hay en él son piedras; es decir, rocas. Sus peñascos se deben a que ocupa el centro del Sistema Ibérico; en su parte Sur o final. Una alineación montañosa, de tipo alpino (como los Alpes); que se formó en la época geológica Terciaria. Debido ello (millones de años por medio…) al movimiento de las placas tectónicas o fracturas del subsuelo y por hallarse en el borde mismo de la Meseta.
Los fenómenos de la Naturaleza, en especial las lluvias (torrenteras, en el Levante), se encargaron de ir deformando la superficie de las montañas y labrando vaguadas, barrancos y ríos; que en esta zona llegan a ser profundos cañones. La naturaleza del terreno es calcárea o caliza, debido al alto componte de calcio en su estructura. Que, al disolverse fácilmente con las aguas, forma sumideros, cuevas y canales subterráneos; lo que se traduce, luego, en abundantes fuentes y en maravillosas estalactitas y estalagmitas en las cavidades (“Cueva de Don Juan”, “Cueva Hermosa”…). Y debajo de esta capa caliza, cuando queda desventrada, por la erosión de las aguas y el viento sobre los “anticlinales” plegados o lomos montañosos, afloran en terrenos medios las llamadas arcillas y yesos (“del Keuper”); que consisten en terrenos áridos y esteparios, pero muy llamativos por sus tierras en colores casi de arco iris; rojos, amarillos, verdosos…
Pero…, ¿por qué vivimos, entonces, entre estas “peligrosas” peñas”. Lo hacemos desde hace miles de años y tenemos constancia de ello desde los diez mil años últimos, aproximadamente. Cuando nuestros antepasados dejaron en las paredes pinturas con escenas de cazadores-recolectores y de animales salvajes (“Cueva de La Araña”, “Abrigo de las Montesas”…). Para ellos, los roquedales altos eran ideales para vigilar y para defenderse. Las grutas eran magníficas para vivir. Los barrancos y ríos, maravillosos para encontrar alimento vegetal y animal. Nuestros antepasados más autóctonos de hace unos dos mil quinientos años, los íberos, eligieron peñascosidades para establecer las primeras aldeas fijas: el Aligustre (El Oro), La Muralla y Pileta (Cortes), Chirel y Sierra Martés (en el término) y diversos puntos en las aldeas (Castilblanques…).
En la época de los romanos, hace poco menos de dos milenios, parece ser que nuestro territorio abrupto y difícil les interesó a los más agropecuarios; pues La Muela era un buen lugar para adentrarse a cazar especies que ellos han compuesto en muchas imágenes de sus mosaicos: aves grandes, jabalíes, venados…y, en las partes más hondas y de terrenos más blandos, estuvieron encantados de plantar viñas y olivos; cuya producción, en sus villas rústicas (El Ral…), era envasada en grandes ánforas, como la localizada por José Luis Chapí.
Pero quizás hayan sido los musulmanes los que más han querido y disfrutado de nuestras montañas, cortados y barrancos. Con sus amplios ganados, con sus huertas abancaladas tras un trabajo primoroso, con sus múltiples acequias y albercas. Ellos fueron también los que, al establecerse como población en el emplazamiento que aún nosotros disfrutamos (y que tenía dos castillos defensivos: Pileta y Ruaya), eligieron colocarse lejos de las caídas de los peñascos de La Cortada y se adaptaron a las paredes verticales del territorio circundante con buenas sendas en zigzag (Gollerón de la Cortada, Sácaras, Otonel, Francho…). Es más, su castillo más precioso -el de Chirel, que luego reconstruyeron los cristianos está sobre un peñasco espectacular y la otra fortaleza del municipio, Otonel, se ubica en un aldea morisca a la que había que llegar tras pasar por debajo de los más espectaculares bancos de rocas de Cortes; los que amenazaban, y al final cayeron, el estrecho camino por la Cueva de las Gotas y la Cuesta Blanca.
Antes de que las aguas llenaran el cañón del Júcar, tuve ocasión de bajar varias veces hasta el fondo del valle; donde pervivían restos (machones) de los viejos puentes medievales. Hechos por cortesanos que se daban perfecta cuenta del peligro que suponían las rocas y sus desprendimientos y que, por ello, eligieron para cruzar el curso hidrológico la zona del gran Chorrador; que movía los molinos históricos. Fue en los años 30 del siglo pasado, previos a la Guerra Civil, cuando los expertos e ingenieros empezaron a torcer la “baraka” (suerte, baraja) musulmana y decidieron desplazarse aguas abajo para construir el nuevo puente de hormigón armado y dos arcos; cuya imagen, de una foto que le proporcioné a Tomás Juan, regaló como calendario la “Horchatería Lolita” en unas Navidades.
Las aldeas conservan otras tradiciones más seculares: la matanza del cerdo en Castilblanques, o la olla y el ajo arriero, en Viñuelas y en Los Herreros.
Por Todos los Santos, mientras los que marcharon a trabajar fuera regresan a limpiar y embellecer las sepulturas de sus antepasados en su romántico cementerio, algunos niños han comenzado la práctica del popular “Halloween”. Por estas mismas fechas, el Ayuntamiento patrocina el Concurso de Fotografía Turística “Emilio Beüt” y de Fotografía Histórica Local; que, creado por el Cronista Oficial en el año 2000, está siendo relanzado tras haber decaído durante el anterior Consistorio.
Asimismo existe la tradición, anual, de la comida de la Asociación local de Jubilados; a los que, por Navidad, se les reparte una caja de regalo.
Recordemos que cada una de las aldeas de Cortes de Pallás suele tener, en su manantial tradicional o en su nueva fuente de agua potable, colocado un retablo cerámico con la principal advocación patronal de la pedanía. Así veremos: en El Oro a San Roque (que celebra fiesta, también, a la Virgen de Agosto), en Venta Gaeta a San Vicente Mártir (misa, asimismo, al Cristo del Refugio y la Virgen del Rosario), en Los Herreros a Santiago Apóstol (pero, por patrona, la Virgen de Gracia), en Viñuelas a San Juan Bautista, en Castilblanques a la Virgen de los Desamparados y en La Cabezuela al Sagrado Corazón de Jesús. Mientras que Otonel, que acaba de bendecir su nueva ermita este año, custodia en ella -entre otras imágenes- el Cristo de la Vida y San Juan Evangelista, que tiene romería a la fuente del Fresno.
El Oro, Venta Gaeta, Los Herreros, La Cabezuela… también reparten pan bendito tras la misa.
A lo largo, pues, de todo el mes de agosto hay algún punto del territorio al que acudir. Con los consabidos fuegos artificiales, concursos deportivos, juegos infantiles, paella gigante, batalla del agua, fiesta ibicenca, carrozas, exposiciones, celebraciones gastronómicas, misas con bendiciones, pasacalles de la Banda con las Damas y Reinas de las fiestas, procesiones de la Virgen, el Cristo y los santos… y grandes verbenas nocturnas, con actuaciones variadas de conjuntos musicales. Pues, prácticamente, cada uno de los núcleos urbanos tiene su pequeña iglesia o su ermita; aunque, como es lógico, los actos más multitudinarios tengan lugar en el pueblo de Cortes. Así ocurre, con la proclamación de la Musa de la Música y de la Reina de las Fiestas y su Corte de Honor. También con la “Bendición del Pan Bendito” (misa del mediodía del 15 de agosto) y la procesión -al atardecer- de la “Virgen Dormida” o “de Agosto”; hermosamente vestida de túnica azul, enjoyada y recostada en un lecho. Lo mismo que el impresionante desfile nocturno de “Los costaleros del Cristo de la Vida”, al atardecer del día 16.
Empezando el año, se sigue manteniendo una cierta tradición de Reyes Magos; aunque es conocido, el gran descenso del número de niños en los pueblos del interior. Pero es compensado por las Hogueras de San Antón; que, sin ser excesivamente grandes, se reparten por los rincones del callejero y las aldeas. Destacando -en el casco urbano- la de la propia Plaza de la Iglesia y, por el especial hermanamiento que provoca, la de la plaza de Ruaya. Motivo de encuentro vecinal y, sobre todo, de cena con embutidos y carnes asadas a la brasa. Como no podía ser menos en un territorio tan forestal.
“Mayos” y “copletas” son un acto de pasacalle con cantos de voces populares, a una hora entre dos luces, que rompen el silencio del lugar; aún mantenidos por un esforzado grupo de convecinos.
Entorno a la primavera, con la Semana Santa, el “Día del Encuentro” es especialmente esperado por las jóvenes casaderas que desean ser elegidas para “quitarle el manto a la Virgen”. La joven afortunada, con una vara primorosamente adornada, le apartará (tras tres encuentros rituales) la negra veladura que oculta el rostro de la Virgen; para que vea a su hijo, Cristo Resucitado. Ocasión en que se recitan unos sentidos versos que, tradicionalmente, borda la voz de María Ángeles y Fina.
Santa Cecilia tiene su propia fiesta, de la que se ocupa la Banda Unión Musical Santa Cecilia; con su concierto al aire libre, coronación de Musa, entrega de instrumentos, pasacalle, misa y procesión.
El Ayuntamiento, hace lo propio con San Isidro Labrador y con la Virgen del Rosario (patrona del Consistorio). La Virgen del Pilar tiene, el 12 de octubre, su celebración por parte del puesto de la Guardia Civil; que, pese al aislamiento de Cortes, se mantiene por las magnas instalaciones de Iberdrola. Abriendo, tras la misa, las puertas de su Acuartelamiento a un vino de honor para los cortesanos.
Pero la más llamativa fiesta es (junto a la del Pan Bendito, con clavariesas -por calles- que “sirven” y preparan las bolsitas con los trozos que se bendicen y reparten), la procesión silenciosa del Cristo de la Vida; para la que existe una “colla” de costaleros o portadores, debidamente uniformados y entrenados. Viniendo la tradición del hallazgo, al pie de la alta cascada del barranco de Cortes sobre el río Júcar, de la cabeza del Cristo de Casas de Ves (Albacete); que había sido arrojada al cauce, en este pueblo, tras la quema de su santuario durante la pasada Guerra Civil.
No cabe duda de que los autores de las pinturas rupestres levantinas de la Cueva de la Araña de Bicorp (escena de recolección de la miel) y de las pinturas de caza de la Cueva de las Montesas de Jalance, ambas en términos lindantes con el de Cortes de Pallás, andarían por los altos de La Muela, la fosa del cañón de nuestro río y las laderas de la Muela del Albeitar; en sus continuos desplazamientos como cazadores recolectores. Pero, de ello, no tenemos recuerdo material.
Bien distinto es el tema del poblamiento íbero, cuando los habitantes locales -ya en plena edad del Hierro y en el medio milenio anterior al nacimiento de Cristo- viven agrupados en asentamientos tribales de chozas de piedras y ramajes que ocupan alturas de fácil defensa (con murallones ciclópeos); practicando la ganadería, la agricultura cerealista (molinos de mano de piedra), los tejidos (telares artesanos), la cerámica de torno manual (abundan los “tejos”, incluso pintados de ocre), la metalurgia y, en ocasiones, la escritura (con plomos grabados en su alfabeto, todavía indescifrable).
De esta cultura ibérica cortesana hay ya emplazamientos localizados: El Aligustre (en El Oro), La Muralla y Pileta (en Cortes de Pallás), Chirel (en su muela del castillo), el lomo de la Sierra Martés (ya en el límite con Yátova y donde aparecieron los textos escritos) y varios emplazamientos entorno a las aldeas de Poniente, en especial la de Castilblanques; la cual cuenta hasta con un horno de cerámica masiva.
Además, recientes estudios, han demostrado el valor del camino de la época (antes de ser fundada “Valentia”) que desde Sucro (La Ribera) iba, por los hitos de La Carencia de Turís y el poblado de Sierra Martés en busca del altiplano (siguiendo la cuenca de nuestro vecino río Magro) y, pasando por el asentamiento ibérico de Kelin (Caudete), hasta la actual Castilla central.De los romanos han quedado algunos pocos restos: el ánfora hallada por José Luis Chapí en la zona de El Ral (tradicional zona vitícola, hoy llamada “Pansero”) y los denarios de plata encontrados, como tesorillo, en la zona de Castilblanques.
Así como la base de machón de puente, hoy en el fondo del embalse, que el Cronista Miguel Aparici fotografió; en el paso del Júcar. Pero la verdadera historia de Cortes de Pallás llega con los musulmanes.
Primero, de su época de taifas, quedan los castillos de “taibiya” (materiales prensados en encofrados) y de calicantos; conservándose los restos de Pileta, Ruaya, Otonel (más otro menor, en un “arrabal” de la aldea de Otonel) y, seguramente, las bases originarias del posterior cristiano castillo de Chirel.
Además, hay constancia de que el conjunto tuvo cuatro mezquitas: Otonel, Bugete (hoy despoblado), Ruaya (también despoblado, donde el Cronista localizó ligeros restos decorativos en su “emplazamiento”) y el oratorio mayor en el propio Cortes. Lo que sí pervivió durante mil años fue la famosa ventana, supuesta del siglo X, en una fachada de sus casas del callejero moro; que mereció una foto del arquitecto Gimeno y una portada de la revista Valencia Atracción, pero que fue destruida -en los pasados años 60- al construir una balconada. A ello hay que añadir el puente, de pilares argamasados, que los muslimes obraron para cruzar el río Júcar; hoy, bajo aguas. Aunque, fundamentalmente, a los musulmanes cortesanos se debe al paisaje antrópico que aún ahora podemos (pese a las amenazas que penden sobre él) disfrutar y que constituyen un verdadero “Parque Morisco”: primorosas huertecillas en graderío por las laderas del barranco de la Barbulla, sistema de acequias y canalillos de distribución de aguas y albercas de almacenamiento. Tras la reconquista cristiana del siglo XIII (con Jaime I), su paso a sucesivas manos señoriales -conformando una extensa primera Baronía- mantendrá varios siglos a una población exclusiva musulmana; laboriosa y dócil hasta su rebelión en La Muela y expulsión de España en 1609, con motivo de la intolerancia religiosa y del miedo de la monarquía a la invasión turca. Y los dos últimos grandes capítulos de la historia de Cortes de Pallás tienen que ver con la Baronía de Cortes y las otras cuatro baronías del término (caso, prácticamente, único en la Comunidad Valenciana) y con los cambios generados en el territorio, ya desde los años veinte del siglo pasado, por la llegada de las instalaciones hidroeléctricas; cuyo desarrollo pueden ver en su apartado propio: “Nobiliaria de Cortes de Pallás” y “De Hidroeléctrica a Iberdrola”.
Asador El Mirador
(Aldea El Oro)
Alameda el Oro, s/n,
El Oro
Bar Restaurante Chema
Av. Dr. Sánchez Urzaiz, 8,
Cortes de Pallas
Bar Restaurante Emiliano
Plaza de la Iglesia, 6,
Cortes de Pallas
Bar Restaurante Venta Gaeta (aldea de Venta Gaeta)
Calle Mayor, 12,
Venta de Gaeta
Ateneo Musical Cortes de Pallás Presidenta Isabel Fos
Plaza la Iglesia, s/n,
Cortes de Pallás